La obra de García Jiménez desprende ante todo coherencia, sobriedad y reflexión. Obra extensa y sin interrupción que ha evolucionado como los grandes vinos de su tierra. Composición premeditada, pero a la vez oportunista como un fotógrafo experimentado y ansioso por conseguir una imagen única y estimulante. Espacios únicos que desarrollan atmósferas diversas: puertas que invitan a entrar, objetos que emanan aromas, paredes que gritan mensajes extemporáneos. Imágenes rescatadas que para muchos de nosotros, en ocasiones, pasan inadvertidas. Su pincelada tranquila y generosa comporta a los objetos infinidad de detalles, que muy lejos de pretender retratarlos los enaltece y los rescata del olvido. En la obra de Juan Luis el objeto es tratado bajo una visión casi radiográfica enseñándonos todo su contenido físico y espiritual. Objetos y escenarios que dispuestos en sus telas nos hablan de lo vivido y lo que queda por vivir. Objetos que mezclados reflexivamente con inteligencia crean interacción y un diálogo con el observador. El colorido realista de su paleta hace aún más convincente la representación ubicando cada obra en la atmósfera apropiada. Ningún elemento por pequeño que sea es secundario. Sus obras son un todo que armonizan los elementos allí representados. Su obra, mezcla de hiperrealismo y alegoría, consigue emociones que van mucho más lejos de lo anecdótico. Ander Bezares Díaz de Tejada,